Esta es la breve historia de porqué Rumbo a
Mali en moto es sólo un piloto.
Cuando a finales de marzo conocí el
rally tuve claro que lo haría en moto. Apareció entonces otro piloto Raúl (casualidades de la vida) y decidimos formar equipo. Y manos a la obra: buscamos las motos, nos repartimos el trabajo, etc. Pero cometimos un error de cálculo; en España se pueden conducir motos de 125
cc con el carné de coche... convencidos nos pusimos en marcha, buen
rollito y la misma idea de viaje. A menos de un mes de la salida me llama Raúl preocupado. Alguien le ha dicho que fuera de España sí que hace falta
carné. Calma.
Nota: Da igual cuántas veces le preguntes lo mismo a un funcionario de tráfico, la respuesta siempre es la misma. No se puede. El seguro no te cubriría.
Nueva llamada de Raúl: "Tío, no se puede ir de
Farruquito por la vida". Y tiene toda la razón.
A tres semanas de la salida es imposible sortear las trabas burocráticas de exámenes teóricos y prácticos para tener el carné de moto el día de la salida. Las
autoescuelas y la
DGT hacen caja con estos exámenes pero para los motoristas es un verdadero
coñazo. En fin Raúl, lo dejamos para otra ocasión.
A todo esto estoy percibiendo una reacción común en todas las personas a las que les cuento el
rally. Empiezo hablando de la ruta, sigo con la parte solidaria, la
motillo, el resto de los
participantes, etc. Hasta
ahi todo son palabras de ánimo del tipo "menuda aventura", "que viaje más bonito", "lo vas a pasar bien" y muchas sonrisas. Pero cuando cuento que en el equipo voy solo, la gente cambia la cara. "Ten cuidado", "estás
zumbao", "no hagas locuras". Hasta hay quien insiste en verme antes de la salida para despedirse.
Glubs!
A todos ellos les digo que no estaré sólo, que el resto de los
participantes están
ahí, que seguro que me encontraré otros viajeros y que hay que confiar en la buena fe de la gente de los países que vamos a cruzar.
Así que a disfrutar del viaje, de la gente, de la moto, del paisaje y eso sí, con cuidado pero sin miedo.